Al volante de la Mazda CX-30

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La filosofía Jinba Ittai en todo su esplendor

Prueba de Manejo para Motortop Medios (Mario Rosa)

Nunca me había pasado hasta que probé éste SUV compacto de Mazda: encontrar una fantástica conexión entre el conductor y el vehículo a lo que añade una exuberante tecnología con un nivel de protección y asistencia inigualables

Desde hace unos cuántos años, desde que la tecnología pasó a ser un componente clave en la industria automotriz con su constante creatividad y evolución, es fácil advertir como la movilidad ha cambiado, cambia y cambiará para bien la vida de las personas.

Un ejemplo fehaciente, categórico, de lo que sostengo es la Mazda CX-30.

Pero principio tienen las cosas y para entender mejor el concepto de este completo vehículo, hay que remontarse a los inicios de Mazda.

Fundada en 1920, su planta principal se encuentra en Hiroshima, una ciudad desbastada durante la Segunda Guerra mundial.

El concepto fundamental que movió a su fundador, Jujiro Matsuda, fue el de contribuir a la sociedad a través de la industria de las máquinas.

A lo largo de los años, el crecimiento de Mazda ha estado íntimamente relacionado con la historia de Hiroshima. La compañía incluso desempeñó un papel importante en ayudar a la reconstrucción de la ciudad después de la Segunda Guerra Mundial para convertirse en la Ciudad de la Paz de renombre mundial que es hoy. Esta historia única cultivó un espíritu desafiante en lo profundo de la empresa, y fue ese espíritu desafiante el que la impulsó a través de décadas generando permanente innovación y tecnologías únicas como el formidable motor rotativo.

Como amantes de la paz, el presente y futuro de Mazda es crear la mayor cantidad de alegría en todo el mundo a través de la movilidad.

Nuestros caminos se encontraron

Dicho esto, ahí es donde nuestros caminos se encontraron: mi visión de que la movilidad cambia para bien la vida de las personas, “se cruzó” -gracias a la gentileza de Magna-, con la prueba de manejo de la Mazda CX-30. Mi teoría y el concepto Mazda de crear alegría a través de la movilidad, se estrecharon en un abrazo interminable (hasta que tocó devolver la unidad…).

Al volante de la Mazda CW-30

Tal vez no muchos sepan o conozcan acerca del concepto japonés Jinba Ittai que los ingenieros de Mazda aplican en todos sus modelos. El término Jinba Ittai proviene de los Yabusame, arqueros que tenían que practicar su puntería tirando al blanco mientras montaban un caballo en movimiento. Debido a que el jinete no tenía control absoluto del caballo ya que ambas manos estaban ocupadas con el arco y flecha, era necesario tener una conexión total entre el hombre y el animal para conservar la trayectoria ideal. El jinete daba instrucciones de movimiento al corcel con el simple hecho de girar levemente su tronco, de ahí la unión perfecta entre ambos.

Sinceramente, ese concepto Jinba Ittai empieza a florecer apenas recorridos los primeros kilómetros a bordo de la CX-30. Lo confieso, es una sensación difícil de encontrar en otro vehículo (al menos entre todo lo que he probado).

La conexión entre conductor y el auto es fantástica. Es todo aplomo, paz, tranquilidad, sensibilidad, seguridad…

A priori, es la primera gran reflexión que me dejó estar al volante de la Mazda CX-30. Fue una experiencia única, maravillosa.

Un sinfín de cualidades

La lista de puntos a favor es enorme. Pero me quedo más que nada con su diseño cautivador que lo define cabalmente como un SUV compacto con aire deportivo pero a la vez elegante, dinámico, diferente.

Las superficies laterales de la carrocería en forma de “eses”, sobre las que se reflejan imágenes del entorno a su paso, generan un vehículo cautivador impone una presencia enérgica por donde quiera que circule. Imponente.

Todo lo demás que suponíamos… lo encontramos

Una cabina bien aislada, un motor potente y elástico relacionado con una caja de velocidades tan suave como imperceptible, un consumo de combustible muy pero muy a tono para un motor de esa potencia, fineza en su interior, tecnología a flor de piel con una robusta conectividad inalámbrica y un amplio abanico en las ayudas a la conducción, complementan un vehículo que lo tiene todo y en especial, para un uso familiar en cualquier circunstancia.

Lo novedoso

El sistema de carga “inteligente” del maletero es una ayuda bien creativa. Nos alivia más de un dolor de cabeza a la hora de acomodar un equipaje o carga con tamaños dispares entre sí.

La conducción con la información de velocidad permitida en el parabrisas junto a la velocidad que lleva el auto, sencillamente fenomenal. No es necesario apartar la vista del tránsito para saber si estamos circulando en términos correctos.

Lo malo…

…que la experiencia de conducir la Mazda CX-30 fuera solo por un fin de semana…

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